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EXPULSIÓN EN EL PARTO

Si en las primeras fases del parto las contracciones tenían la función del abrir y alargar el cuello del útero, durante el periodo de expulsión son una especie de fuerza de propulsión más que ayuda a nacer al bebé. Se asocian al pujo y van acompañadas de una sensación de presión debida a que la cabeza del bebé oprime el recto.

Las contracciones de esta etapa son más regulares que las anteriores, duran entre 60 y 90 segundos y pueden estar más distanciadas. La percepción del dolor en estos momentos es muy distinta según la mujer, a veces se sienten como contracciones más dolorosas que las anteriores, a veces el hecho de empujar hace que se sienta menos el dolor.


Las sensaciones de las madres en estos momentos son muy diversas, pueden ir desde la recuperación de energías al saber que ya pueden empujar y comenzar su participación más activa en el parto, a la sensación de abatimiento por el cansancio y los dolores. Pero lo que importa es no decaer y pensar que quedan pocos minutos para ver a nuestro bebé.

Existen varias posturas para llevar a cabo esta etapa de expulsión, y cada vez se hace más evidente que la postura tradicional hospitalaria, tumbada en la mesa de partos con las piernas separadas y los pies sobre unos estribos colocados en el extremo de la mesa, es una opción más, no siempre la más idónea como hemos visto. El parto vertical, sentada o en cuclillas, es otra opción.


Para empujar, en cada contracción la madre debe inspirar profundamente, retener la respiración y empujar dos o tres veces, descansando hasta la siguiente contracción.


Si fuera necesario durante esta etapa, se practicaría la episiotomía, una incisión en el periné para favorecer el paso del bebé, y aunque esta técnica se aplica de modo rutinario en muchas ocasiones, esta aplicación no está aceptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A lo largo de esta fase el bebé progresa por etapas. En los partos en que el bebé viene posicionado de cabeza, la cabeza comienza a salir del útero, atraviesa la pelvis y, una vez que los músculos que separan la vagina del recto (perineo) se distienden, la vagina se dilata y la cabeza aparece por la vulva.


Cuando la cabeza está liberada, salen los hombros y finalmente el resto del cuerpo. Se ha producido el nacimiento, ya podemos ver por primera vez a nuestro bebé.

Esta fase de expulsión puede ser de duración muy variable, aproximadamente entre 30 y 60 minutos cuando se trata del primer parto y entre 15 y 30 minutos cuando se han tenido otros partos. Si la fase expulsiva se prolonga, y si la madre está sufriendo intensamente, ésta puede sentir frustración, o la necesidad de que el sufrimiento acabe, en una especie de "desesperación", una reacción normal y transitoria que los profesionales y acompañantes pueden ayudar a mitigar con su comprensión y consejos.



Cambia gradualmente a medida que se acerca el día del parto y el bebé crece dentro de nosotras.
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